Christiano se inició como dibujante sumergiéndose en el cómic chileno de los años 70. En la década siguiente, decide dedicarse al dibujo por entero. Ya en los 90 adquirió un discurso gráfico particular, colocándose como un testigo privilegiado de la historia nacional vista desde el cómic, con personajes como el Pato Lliro.
Sus particulares observaciones sobre la coyuntura política, la reivindicación social y la población, su crítica hacia la sociedad chilena capitalista y sus marcadas desigualdades, reivindican la marginalidad “simplemente como lo que nos tocó vivir”. La política contingente, el rescate del barrio y una fuerte crítica social son su sello.
Hoy trabaja en la autogestión editorial, con un colectivo de dibujantes gráficos en un proyecto llamado Wirin Editor, con el que publican “La momia roja”, que circula inserto en el periódico El Ciudadano. Pero los comiqueros saben que no la tienen fácil: Hace poco tuvo un conflicto con The Clinic por la publicación de trabajos suyos sin autorización y sin recibir la remuneración correspondiente. Además, también se dedica a labores docentes en centros educativos formales e informales.
Nos reunimos con Christiano en la plaza de General Franco con San Manuel, en nuestra comuna.
-¿Cuál es tu relación con La Pintana?
-Tengo un vínculo afectivo muy importante, porque mi madre vive acá hace unos 10 o 15 años. Así que conozco el barrio y tengo muchos amigos del “ala rockera” de la comuna. Mi relación es netamente afectiva, así como de primera línea.
-Respecto a los movimientos sociales que hoy ocurren en Chile, ¿Qué opinión tienes?
-Lo que yo veo es que el ‘cabrerío’ está haciendo lo que nuestra generación no hizo, lo que yo me venía cuestionando desde la vuelta de la “democracia”. Esa corrección política frente a las cosas, de no ir más allá, de no cambiar la Constitución y de la cuestión doméstica, de no hacer críticas, porque si eres crítico no eres una persona que está aportando, sino ‘un chaquetero’. Ese discurso lastimero fue establecido por la Concertación en los 90, y les resultó, pero ahora la decepción es muy grande.
-¿Qué te parece la criminalización generalizada que se hace de los “violentistas” en las marchas?
Ahora cuando dicen “los violentistas”, “los delincuentes”, no hay ni una reflexión detrás esa afirmación. La violencia es toda la mentira social que estamos viviendo, lo violento es que a mi vieja la AFP le haya robado 20 años de trabajo y no le respondan; que la gente pueda ir al hospital sin tener que gastarse todo el sueldo. Violento es el padre que tiene que endeudarse y pagar la mitad del sueldo para que su hijo estudie, eso es violencia.
-¿Y la violencia de los Carabineros?
-Es que no puedes ver a un paco como a tu enemigo. No porque es un pobre disfrazado de paco (pobre igual que tú), pero es un descorchado. Los enemigos son sus jefes, aunque, claro, el paco es un adversario cuando lo tienes al frente.
-No podemos dejar fuera a estos cabros dentro de un gran movimiento social que no tiene líderes. Porque es lógica su violencia cuando hay un estallido social. Pero no sólo ahí: Hay violencia en los estadios, en el rock, en donde sea; hay una cuestión de disconformidad, de decepción, entonces es lógico que haya gente que pueda proceder violentamente. Pero hay mucha más violencia ambiente/social y del Estado, que la ejercida por nosotros que somos hijos de vecinos.
-¿Qué opinas de las actividades de autogestión en la población?
-Me parece fantástico y siempre lo he apoyado. Creo que ahora es el momento en que todos los que estén involucrados: Tu, tus amigos, toda la gente, tiene que empezar a difundir cada una de las instancias.
-Desde tu oficio de dibujante, ¿Qué le dirías a la población?
-A la población le faltan más dibujos en las paredes, más murales. Y hablo del dibujo como poder, como convicción, ¡El dibujo tiene que tomarse la pobla!, que todos los que dibujan salgan a la calle, inviten a los cabros chicos, llenar este lugar de bibliotecas. La biblioteca es una puerta, es un portal hacia un mundo maravilloso. Todos los que nos salvamos de quedar muy jalados o drogados con weás, lo logramos con los libros, la literatura, la historia, la geografía, eso fue el salvavidas.
cuanta verdad
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